Se ha demostrado en diferentes investigaciones que las actividades “extraescolares” (después del horario escolar), complementan, mejoran y potencian no sólo las habilidades escolares de los alumnos, sino también su desarrollo personal, la salud y los valores entre otras cosas.
También las actividades extraescolares han sido asociadas “a un mejor nivel educativo, más competencias intrapersonales, mayores aspiraciones y nivel de atención1, mayor pensamiento crítico y madurez personal y social2, mayor motivación3, y en líneas generales, aportando grandes beneficios que sirven de puente de unión entre las actividades escolares y las realizadas fuera del ámbito académico4”
Además de que se tiene claro que los niños aprenden mejor a través de la experiencia, al manipular materiales y al poner en práctica lo aprendido de manera teórica.
Blatt5, habla sobre “el aprendizaje a lo ancho de la vida, refiriéndose a que los niños en particular, aprenden no sólo en ambientes escolarizados sino también en otros contextos donde se mezcla la educación con el disfrute, la enseñanza y la diversión, el aprendizaje con el entretenimiento, lo cual es algo que la escuela ha ido perdiendo poco a poco”.